Sensaciones de cuarentena desde dos continentes y cuatro sentidos.
Por celina poloni & erika mack
Un ensayo ilustrado y escrito desde la primera persona del plural: nosotras. Porque creemos en la importancia de sentirnos acompañadas en este contexto de aislamiento, así como en la potencia de narrarnos colectivamente.
Somos erika y celina y nos conocimos estudiando Comunicación Social en rosario, pero el 2019 nos encontró juntas en barcelona. celina, valijas en mano, con la ansiedad y la incertidumbre de recién llegada; erika en plena crisis de quien no se anima a irse de una ciudad en la que ya no se reconoce, pero teme regresar al lugar donde ya no se recuerda. Fueron varios meses de charlas de vermut entre risas y nudos en la garganta, hasta que erika decidió volver a Argentina. Nos dimos el último abrazo algunos días antes de navidad y todavía no sabemos cuándo ni dónde va a ser el próximo. Bueno… un poco como el resto de la humanidad.
El desconcierto generado por la pandemia del coronavirus puso a todo el mundo a ensayar diversas interpretaciones sobre lo contemporáneo. Pero entre tanta sopa de Wuhan y teorías conspiranoicas, la interseccionalidad y las epistemologías feministas nos invitan a recorrer otros caminos, a cuestionar las lógicas mismas que rigen las maneras en las que producimos sentido. Por eso queremos explorar la realidad teniendo en cuenta que no sólo somos mentes que divagan: también somos cuerpos que sienten.
El hecho de que la palabra “idea” derive del verbo griego “ver” dice mucho sobre el paradigma esencialmente visual de la cultura occidental. En este contexto, nosotras decidimos hacer una regresión a la infancia y ponernos a jugar. Esto sería algo así como un veo-veo… o mejor dicho, como un anti veo-veo: cerremos los ojos por un rato para poner el foco en toda la información del resto de nuestros sentidos. Identifiquemos cómo huelen, cómo suenan, cómo son las texturas y cuáles son los sabores de nuestras cuarentenas.
Capítulo uno: Tacto
Como hiedras que buscan el sol
Si hay algo que está quedando al descubierto durante esta pandemia es la orientación humana hacia la fotosíntesis: al final no somos más que cuerpos que buscan el sol, como hiedras que trepan por la pared. Pensemos con sinceridad: ¿qué es lo que nos separa como especie de esas hiedras? Un par de grados de complejidad molecular, no mucho más.
Toda la arquitectura moderna y la tecnología de la construcción que nuestra civilización ha logrado alcanzar, no sirven de nada si no se piensan en función de la luz solar. Por eso hoy somos hormiguitas cambiando la disposición de nuestros muebles de acá para allá, habitando espacios insólitos como baños, pasillos y balcones, sólo para sentir un poco de calor en la piel. Como una planta. Un puñal para el ego de la humanidad; un alivio para nuestras desmedidas pretensiones de grandeza.
Capitulo 2: El oído
textos e ilustraciones: @celi.poloni & @mackerika