Capítulo cinco: Comodín
El GPS de los afectos
Hoy les presentamos el último capítulo del Anti veo-veo: un ensayo lúdico de cuarentena desde dos continentes y cuatro sentidos.
Por celina poloni & erika mack
Esto es un ensayo ilustrado y escrito desde la primera persona del plural: nosotras. Porque creemos en la importancia de sentirnos acompañadas en este contexto de aislamiento, así como en la potencia de narrarnos colectivamente. Haz click acá para ir al principio del juego.
Después de transitar nuestros sentidos como pocas veces lo habíamos hecho, nos dimos cuenta de que el más valioso no forma parte del famoso quinteto. La vista, el oído, el gusto y el olfato son nuestra manera de ponernos en contacto con el mundo; nos dan información para pensar y pensarnos. Para analizar. Para decidir.
Y todo muy lindo pero muchas veces estos sentidos nos traicionan, nos dan información a medias. Vivimos intercambiando signos lingüísticos que se amplían, se hinchan, se llenan de capas de sentido con cada experiencia vivida; y esto hace que, a veces, nuestros encuentros con otros cuerpos (personas, canciones, libros, lugares) sean equívocos, nos hagan mal. “Es un milagro que de vez en cuando nos entendamos”, dice spinoza.
Por eso, tras varios días de transitar el sentir, llegamos a la conclusión de que estamos frente al desafío de recuperar la intuición. Una intuición que no tiene que ver con un pensamiento mágico o hippie, sino con otro tipo de información e inteligencia más ligada a conocimientos que vamos adquiriendo durante nuestra vida pero no racionalizamos.
Además nos dimos cuenta de que hay algo común entre nuestros procesos migratorios y las estrategias que nos damos para atravesar el aislamiento. Cuando del otro lado todo es incierto, cuando no ayudan las razones, cuando no sabemos qué decisión tomar (si mudarnos de piso, si volver a nuestro país; cómo sobrellevar los días de encierro, qué hacer después del covid), la intuición se vuelve la única posibilidad de “certeza” frente a lo extraño.
Conectar con ella implica estar más atentas a los vibrares del cuerpo. Donde las células se aceleran y parece que se multiplican: es por ahí. Cuando frente a una situación sentimos rabia, repugnancia o rechazo incluso sin saber por qué, dar crédito a esas señales de alarma. Si usamos este comodín de la intuición tenemos el juego ganado: nos reconciliaremos con el sentido de la vista a través de la construcción de miradas críticas y sensoriales que nos guíen por el camino de nuestros propios deseos.
Frente a todo el paradigma visual y racional de la cultura occidental desde el que se erige el pensamiento moderno, ese que tiene como premisa fundamental el destierro de las emociones y su atribución despectiva a las mujeres, nosotras pensamos, como mona chollet, que “las emociones no siempre nos pierden: a veces, por el contrario, cuando les hacemos caso, son las que nos salvan”.
texto e ilustraciones: @celi.poloni & @mackerika