Las sexólogas cecilia ce y bárbara mariscotti y el órgano cuya única función es darnos placer. El feminismo del goce y el deseo ha venido a quedarse para traernos también una buena dosis de autonomía. Por virginia giacosa
Los pitos están por todos lados. En las paredes, en las puertas de los baños, en las fachadas, en los pupitres. Las pintadas de penes erectos (porque vamos a decirlo: “siempre están en posición elevada y nunca dormidos”) son lo que las mujeres estamos acostumbradas a ver desde que somos niñas y salimos a la calle. Y a medida que vemos penes y más penes dibujados florearse por ahí nos enseñan que aquello que nosotras tenemos entre las piernas no puede nombrarse. Tanto es así que hasta lo llamamos vagina y a veces la vida se nos pasa sin que veamos una concha dibujada, ni la propia muy de cerca.
¿Y qué hay del clítoris? ¿Acaso alguna vez nos topamos con uno estampado en la pared? Bueno, debo decir que a mí me pasó hace poco. Entré al baño de una amiga y el clítoris estaba ahí. Hecho en risografía, con cara sonriente, bailando y una leyenda que pedía por su liberación. Pero hasta hace unos cuantos años no se lo veía casi en ninguna parte. No conocíamos del todo su forma, no aparecía en los manuales de ciencias naturales y hasta había mujeres que no sabían que tenían uno o que aún de grandes no llegaron a encontrarlo.
Así es como lo cuenta la licenciada cecilia ce en su libro Sexo ATR. A todo ritmo –que en cuatro meses va por su cuarta edición luego de agotar las tres primeras– al relatar la experiencia de una paciente que llegó a su consultorio.
Abrazada a una vulva de felpa color rosado que la acompaña en la contratapa de su libro y en cada presentación en vivo que realiza para hablar de sexo, cecilia ce dice: “Mi idea fue hacer una guía de información fundamental que no estaba reunida en un mismo lugar. En el libro hay conocimientos de base para un encuentro sexual, solos o con alguien. Son cosas que tendríamos que haber visto en el colegio, lo que todos tenemos derecho a saber”. Para ella era un libro necesario porque no había nada escrito, al menos en argentina, y con este original formato.
I
lustración: @merga___
Durante mucho tiempo, de la sexualidad femenina no se habló. El cuerpo de la mujer era objeto de satisfacción de los deseos del varón y estaba destinado a servir de envase hasta la hora de parir. El placer y el deseo eran condenados. Masturbarte, tener sexo con quien quisieras era pecado y hasta enfermedad mental. Pero sobre todo los discursos sobre la sexualidad femenina ponían a la mujer en estado pasivo y de no disfrute. Siempre lejos del placer y mucho más del autoplacer.
Todavía en los años 70 –píldora anticonceptiva mediante y revolución sexual– reinaban las ideas de sigmund freud sobre el orgasmo femenino. Según él: las mujeres que lo experimentaban a través de la estimulación del clítoris eran inmaduras y aniñadas y ese orgasmo era de segunda mano comparado con el vaginal.
Hasta ahí, la penetración era entendida como la única vía válida en una relación sexual. Todo lo demás era un fracaso. Pero nadie les había preguntado a las mujeres que sentían. Esa inquietud fue lo que motorizó a shere hite para realizar su Estudio de la sexualidad femenina, conocido como El informe Hite.
Décadas antes los estudios de kinsey se habían aproximado al tema pero sin muchas novedades: seguían siendo los varones hablando de la sexualidad y del orgasmo femenino sin que las mujeres pudieran contarlo. Con el famoso ginecólogo william masters y la sexóloga virginia johnson se comenzó a indagar en el rol femenino dentro de la relación sexual.
Pero fue darle voz a las mujeres lo que hizo que el informe de Hite resultara revolucionario. Qué sentían, qué les gustaba y qué opinaban del sexo, ayudó a desmontar de a poco la idea de lo difícil que les resultaba alcanzar un orgasmo. Reveló que: la mayoría eran perfectamente capaces de lograrlo por sí mismas, que no necesitaban la penetración vaginal, y que no tardaban más tiempo (cuatro minutos en la media) que los hombres para conseguirlo.
Y ahí “nuestra reina madre”, según cecilia ce, “el órgano cuya única función es dar placer”, entró en escena. El clítoris tiene ocho mil terminaciones nerviosas, el doble que la cabeza del pene, por lo cual es un órgano hipersensible. No solo genera el orgasmo sino que se extiende por dentro de la vagina y abraza todo lo que es la uretra, el cuerpo vaginal y la vulva. Entonces se puede estimular de manera externa y directa o de manera interna. “Hoy sabemos que no existen dos orgasmos, sino uno sólo: el clitoriano. Nada más que se lo puede estimular de distintas maneras”, aclara bárbara mariscotti, psicóloga de la universidad nacional de rosario, sexóloga, educadora sexual y especialista en género y diversidad.
Si hasta inicios del siglo XX creíamos que una mujer no podía llegar al orgasmo sin la penetración y el placer femenino sin la ayuda del hombre nos estaba terminantemente prohibido, ahora no sólo sabemos que podemos gozar sino que podemos gozar sin ellos. Hoy, el clítoris tiene un lugar de mayor protagonismo y el empoderamiento de las mujeres se traduce también en la libertad para el placer. Lo que luciana peker ha llamado el feminismo del goce.
“Entre mujeres nos regalamos un montón de cosas pero nos cuesta aún acompañarnos al sex shop, recomendarnos juguetes, preguntarnos qué es lo que nos gusta, qué nos da placer”, sostiene mariscotti.
¿Cuánto tienen que ver los feminismos con este agenciamiento de la masturbación y redescubrimiento del clítoris? ¿La cuarta ola que arrasa con absolutamente todo también está mojándonos en esta zona?
“El placer venía apareciendo en los feminismos de la segunda ola, que hacían una reivindicación de las desigualdades en la relación heterosexual. Pero fueron las feministas posteriores las que lo pusieron en cuestión. Porque a la exigencia de ser buena esposa, cocinera, madre y lavaplatos se sumaba una más: la de ser multiorgásmica”, cuenta mariscotti y advierte: “El placer femenino se volvió entonces en un objeto de consumo. A los varones les calienta esto de que las mujeres lleguemos a muchos orgasmos, pero sin hacer ellos ningún tipo de revisión sobre su sexualidad y las situaciones desiguales en las que llegamos a una relación sexual”.
Desde alicante llega la noticia de una mujer que robó 40 estimuladores de clítoris (satisfayer) y los repartió entre sus vecinas. “Es nuestra robina hood”, dice la licenciada cecilia ce.
Cuando mariscotti se enteró del caso primero se rió y luego flipó con la idea de que la amistad entre mujeres sea sorora hasta en el autoplacer. “Entre mujeres nos regalamos un montón de cosas pero nos cuesta acompañarnos al sex shop, recomendarnos juguetes, preguntarnos qué es lo que nos gusta, qué nos da placer”, sostiene.
Aunque considera que no es la primera batalla del feminismo –menos en un país donde cada 30 horas una mujer es asesinada– mariscotti asegura que no es menor que el tema del placer entre en agenda en esta cuarta ola y lo haga a partir del boca a boca. Aunque todavía siguen existiendo prejuicios, las mujeres hablan más de sexo, tienen preservativos en la mesa de luz, miran porno, se masturban y compran juguetes sexuales. “Entre marcha y marcha está bueno recordar que nos queremos vivas, libres, orgásmicas”, dice mariscotti.
“Celebro que sea un motivo de unión y no de vergüenza. Estamos acostumbradas a hablar de otras mujeres en términos de puta según la ropa, el cuerpo, con quién o con cuántos se acostaba. Y por años dividimos a las mujeres en dos categorías: putas y vírgenes, malas y buenas. Cosa que por suerte desde los feminismos está cambiando”, añade.
¿Y por qué un objeto como el satisfayer causó tanta revolución por estos días? ¿Qué novedad trae al universo del goce además del temor a que se extingan la humanidad toda con su uso? ¿Será que como dice la escritora colombiana maría del mar ramón en “Coger y comer sin culpa” el placer es tan subversivo que da vueltas todo orden conocido?
Para la licenciada cecilia ce lo que tiene de bueno el satisfayer es “la estimulación directa, con lo cual aquellas personas que no saben cómo es lo pueden explorar”. Pero para ella posee una contra o al menos un cuidado a tener en cuenta. “Te lo da todo servido y no te empodera tanto. Aunque permite el goce y el placer puede pasar que quedes en una relación de dependencia. No lo conseguís por tus propios medios, sino que te lo da el objeto. Pero todo depende del caso a caso”.
En cambio, mariscotti explica con optimismo: “No es la primera vez que haya un estimulador de clítoris. Existían otros juguetes con funciones similares, lo particular de este es que reveló que las mujeres nos masturbamos y no nos metemos nada adentro. No necesitamos que nada este entrando y saliendo para disfrutar. De lo que más disfrutamos es del clítoris”.
Lo novedoso es que con intenciones de que el famoso cunnilingus tuviera su nombre más punch cecilia ce lanzó una encuesta en redes sociales y surgió la idea de llamarlo clete (un pete pero de clítoris).
En su libro Sexo ATR. A todo ritmo la licenciada cecilia ce se pone en esa misma sintonía cuando clama por “más fricción y menos mete y saca”. A eso lo llama froti-froti y lo antepone al mero acto de la penetración del pene en la vagina pero que no toca otra parte del cuerpo. Interesada por el placer femenino –son varios los capítulos de la guía que hablan de masturbación, posiciones que permitan alcanzar el orgasmo y estimulación oral– arrojó una novedad acerca del famoso cunnilingus. Para que tuviera su nombre más punch lanzó una encuesta en redes sociales y surgió la idea de llamarlo clete (un pete pero de clítoris).
Si antes un médico sabía más de nuestro cuerpo que nosotras mismas ahora ese mapa está cambiando y la información circula tan rápido como la experiencia. “Establecemos una relación en la que siempre fuimos desiguales como pares que podemos negociar. Una mujer que sabe qué le gusta, cómo y cuánto acaba puede exigir, proponer y tener un rol más activo en un terreno que antes era desconocido”, explica mariscotti.
Es cierto que el goce entró en la agenda del feminismo pero también en el de la industria y en el del discurso médico. “A veces me encuentro con muchas mujeres que piensan que empapar la cama es sinónimo de disfrutar. Hay un marketing de eso. La publicidad hace pensar que tienen un problema o una enfermedad si no mojan la cama. El goce pasa por otro lado. Hay factores que inhiben la lubricación y el orgasmo es otra cosa. Como no se habla de sexo se necesita una prueba, en este caso, una sábana mojada”, dice cecilia ce.
“La literatura está llena de manos húmedas. Una humedad que va más allá de lo sexual, y con la que las poetas masajean ese dolor que invade otros de sus órganos, como pueden ser el cerebro y el corazón. Dedo a dedo, imagen a imagen, metáfora a metáfora, hasta encontrar el equilibrio. La sacudida. La pequeña felicidad”, escribe luna miguel quien trabaja actualmente en la reedición de su libro El dedo. Apuntes sobre la masturbación femenina.
La poeta y escritora española narra desde los pliegues mismos del placer a solas. No sólo como un acto sexual sino como un encuentro con una misma, amoroso y revolucionario.
El fundir los ojos a negro y fantasear. El tocar, de arriba abajo y en sentido inverso. El usar el dedo, el dildo, el vibrador. El sentir cómo de a poco se va mojando. El friccionar hasta alcanzar ese pequeño segundo en que todo queda fuera de control. Llorar y reír. El sentir placer y el sentir consuelo. Hacer de ese momento íntimo nuestro refugio. Una trinchera política del deseo. Nuestro cuarto propio.


texto: @virgiaco ilustración: @merga__